¿Percepción o inseguridad presidente?

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El ministro de Interior y Policía en vez de aceptar de manera responsable que los delincuentes le ganaron la batalla, se despachó diciendo que la situación era “sólo percepción”

Por el periodista Salvador Holguín

A la llegada de Danilo Medina a la Presidencia de la República se encontró con el viejo modelo en las estructuras policiales del macuteo, bandas de sicarios, los mismos policías atracando a los ciudadanos y vendiendo las drogas a través de los puntos en los barrios, compitiendo con los narcos en el negocio, cuando es para perseguirlos que ellos están, y un jefe de la Policía que había que llevarle un semanario, sin importar de dónde provenía el dinero, si de las drogas, robos o secuestros se trataba, como fue el caso del coronel Johan Liriano.

El presidente Danilo decidió empezar a cambiar el modus operandi de la PN, estaba convencido de que para poder hacer un buen gobierno, tal como él aspiraba, tenía que resolver esa descomposición. Para ello designó un nuevo jefe en la organización, el mayor general Manuel Castro Castillo, que sí sabía por dónde se le entraba el agua al coco en esa institución de los hombres de gris.

A su llegada al cuerpo castrense, Castro Castillo encuentra la criminalidad en un 20.3% y la redujo al 15.3% e iba por más hasta el momento de su destitución, cuando fue quitado le dijimos al gobernante que había sido un error, no porque el que venía era malo, en ese momento no conocíamos su prontuario militar, y si las cosas iban bien con Castro Castillo ¿para qué cambiarlo?, no sé como el cabeza del Estado tiene una persona de él con esa capacidad y preparación sin funciones, cuando la coyuntura demanda de que coloque sus mejores hombres en los cargos más sensitivos, para coadyuvar a mejorar esta situación que vive la nación.

Castro estaba desarrollando el plan de seguridad de la forma que Medina lo había diseñado y dice un viejo refrán que “lo bueno no se cambia”, que cuando las cosas están funcionando se dejan tal, cual no vaya a ser que las dañen, como ha pasado en República Dominicana que se ha tornado invivible.

Cuando se le fue yendo de las manos la seguridad ciudadana a los que están para garantizarla, la gente comenzó a exigir que se le prestara atención, porque se estaba volviendo muy complejo el escenario.

El ministro de Interior y Policía, Monchy Fadul, en vez de aceptar de manera responsable que los delincuentes le ganaron la batalla, se despachó con declaraciones irresponsables diciendo que no era cierto “solo percepción”, hasta que la verdad le dio de frente, siendo estas circunstancias complicadas para los que no tienen el privilegio, como él, de andar con escoltas que lo protejan de los antisociales sin tener que pagar.

La semana recién pasada dimos el “Grito de Capotillo” con el tema de la delincuencia que arropa al pueblo dominicano, cuando revelamos que una de las hijas del presidente fue víctima de un intento de atraco en un restaurante de la capital, ubicado en la plaza comercial de la alta sociedad frente a Bella Vista Mall.

Ante la denuncia, el ejecutivo y sus funcionarios reaccionaron dándole repuesta de inmediato a tan impactante revelación, dando las gracias a los dominicanos por la preocupación y el cariño expresado a la familia presidencial, diciendo que el hecho nunca ocurrió, confirmando lo que habíamos denunciado apoyado en una fuente que nos dio la información de que sólo fue un intento de asalto a la descendiente del líder palaciego, además porque quien lo dijo no es un enemigo o adversario del Gobierno, por el contrario, lo que soy es un ciudadano periodista preocupado por la zozobra que impera en todo el territorio nacional, convencido de que no debo quedarme de brazos cruzados viendo como el pánico y la inseguridad se apoderan de nuestro país, sin importar que sean blancos, morados, rojos, azules o rosados, nos afecta a todos, generales, coroneles, ministros, empresarios y periodistas.

Aunque ciertamente no se puede culpar del todo a los fiscales y jueces, ya que para una política de seguridad efectiva se debe elevar el nivel de consecuencia, penalizar los delitos menores, logrando que se cumpla la penalización, esto genera prevención y disuasión del crimen organizado, convirtiéndose en una excelente táctica preventiva. Por ejemplo, la estrategia de tolerancia cero aplicada en New York o también la llamada ventana rota, esto provoca la disminución de las pequeñas infracciones y con ellas no llegar a grandes violaciones, estas disposiciones producen orden y respeto de la sociedad a las leyes.

En esta isla los pequeños hechos delincuenciales nunca son condenados, eso permite que los malhechores queden en la impunidad y sigan en las calles, permitiéndoles que reincidan con facilidad, y posteriormente cometer grandes fechorías que consternan e intranquilizan a las personas, generando fuertes percepciones e intranquilidad.

Nuestro sistema de justicia permite que los bandidos no tengan temor a cometer travesuras, porque pueden recobrar su libertad sin mayores inconvenientes, lo que dificulta la lucha contra este mal, a eso hay que agregarle que los que están para combatirlos en su mayoría son sus socios, aliados y casi siempre trabajan para ellos, me refiero a las autoridades, jueces, ministerios públicos y policiales, formando parte de una organización peligrosa.

Por lo visto Danilo Medina Sánchez le dio la debida importancia y atención a las declaraciones que hice, estas pusieron “el dedo en la llaga” con el tema de los atracos, asaltos, asesinatos a plenas luz de día, creando una situación perturbadora nunca antes vista. Removió a los conspiradores que le han fallado a él, que fue quien los designó ahí y también a la Patria, a la cual ellos se deben, hay que seguir líder, no sólo removiéndolos sino mandándolos para sus casas y al zafacón de la historia.

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