Orlando en tinieblas, entre el fanatismo y el odio a la comunidad LGBT

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Ya basta de alas cortadas por otros que se niegan a aceptar las diferencias de cada ser #NuncaMásOrlando

Por carlamartinezjunior@gmail.com

La ciudad de Orlando, en Estados Unidos, vivió este domingo un terrible momento que ondea entre el terror y la tristeza. El tiroteo en una discoteca popular entre la comunidad gay dejó un saldo de 49 personas muertas confirmadas y 53 heridas, sólo dejándonos con un gigante y reprochable ¡¿POR QUÉ?!

Muchos jóvenes, de nuestros jóvenes, vieron pasar su vida en un instante tratando de escapar de un monstruo, que por convicciones religiosas, el odio hacia la comunidad LGBT o cualquier otra razón injustificable descargó su ira.

De nuestra república dominicana fue confirmado el fallecimiento de Ambyoris Aracena Montero, nacido el 20 de mayo de 1990, quien residía en esa nación desde hacía ocho años y cuyos padres también son dominicanos. Así como la muerte de Ambyoris Aracena Montero, otras 48 personas que fueron a celebrar la vida terminaron como una luz apagada.

Esa noche en la discoteca “Pulse” tiene un mensaje que rebasa el análisis de un enfermo que un día se dispuso a dar muerte a la vida, es un mensaje que nos debe impulsar a ver el amor como el amor, a no poner límites a nuestros comunes por sus inclinaciones consensuadas de amar, a aceptarnos y respetarnos con nuestras creencias y convicciones, partiendo siempre del respeto mutuo.

El crimen pudo responder a convicciones religiosas o al hecho de no aceptar otra forma de amar, y visto desde las dos vías sigue siendo injustificado.

Esa noche todos eran libres de expresarse en su forma de amor, pero las tinieblas le abrazaron para impedir su fluir natural, y digo natural porque todos los que estaban en el lugar no iban contra su naturaleza, todo lo contrario, le eran fiel.

Ya basta de alas cortadas por otros que se niegan a aceptar las diferencias de cada ser, las convicciones de cada forma de vivir, los colores de piel, las visiones desde sus ojos, su forma natural ser felices.

Ha quedado el sabor de lo inconcebible en un mundo supuestamente civilizado, que al no aceptar sus colores termina autodestruyéndose.

Siempre y cuando el amor sea consensual, su forma y color no son la discusión #NuncamásOrlando.

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