Opinión | Identidad Nacional, Soberanía y Migración

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Nuestra clase política se centra en sus apetencias personales y garantizar una cuota de poder, cuando realmente debería estar dedicada a impulsar políticas públicas

 

Por Santiago R. Castillo@SantiagoRCC

Hablar de los valores patrios nos lleva a seguir enarbolando los ideales que inspiraron a los jóvenes trinitarios, que soñaban con una república independiente y soberana. El desprendimiento de Juan Pablo Duarte, la entrega de Francisco Del Rosario Sánchez y la determinación de Ramón Matías Mella nos dan la llave para despejar la incógnita acerca de cómo nos convertirnos de un territorio subyugado al poder foráneo hasta llegar a abrazar la libertad que trajo consigo nuestra organización como nación: la República Dominicana.

Pensemos en el ejemplo y sacrificio de nuestros próceres, sus ideales altos y nobles, saturados de lealtad a la tierra que los vio nacer.

La sociedad dominicana del siglo XXI se encuentra inmersa en una crisis de valores. Hoy día no se toman en cuenta los principios sobre los cuales se fundó nuestra Nación. Pero la juventud, consciente de que se lo debemos al patricio Juan Pablo Duarte y sus compañeros de La Trinitaria, así como a todos aquellos hombres y mujeres que dieron su vida por la patria; por nuestra identidad, estamos llamados a luchar por rescatar esta sociedad del abismo en que se encuentra. Es a nosotros los jóvenes a quienes nos corresponde.

La mayor muestra del deterioro de los valores que antes eran la expresión del amor a la Patria, la vemos en la debilidad de nuestras instituciones, lo que se refleja en la incompetencia de las mismas ante el problema migratorio actual, y que es conocido por todos.

Pese a contar con la legislación en materia de migración, esas normas jurídicas se convierten en letra muerta ante la inoperancia de las entidades que tienen que trabajar para la preservación de nuestra soberanía, identidad nacional y valores, así como de garantizar a los nacionales dominicanos sus derechos fundamentales como el trabajo digno, el cual es vulnerado porque la mano de obra extranjera desplaza a la nuestra.

En la actualidad, nuestra clase política se centra en sus apetencias personales y garantizar una cuota de poder, cuando realmente debiera estar dedicada a impulsar políticas públicas en beneficio de la sociedad dominicana.

Observamos la ausencia de debates en los que se traten los asuntos neurálgicos de la nación, mientras los actores del sistema de partidos abrazan el transfuguismo en busca de mantener un estatus quo, lo que evidencia la transformación de la política de ciencia que debe ser aplicada para el bien de todos los ciudadanos del país degenerando en un juego de intereses.

¿Por qué no se debaten a fondo temas como el de un Muro para el Control Fronterizo? Más que una obra de infraestructura, es un sistema para viabilizar flujos organizados, regulares y legales de migrantes, que a su vez se convertiría en la herramienta más efectiva contra el tráfico de personas, armas, drogas y otras mercancías que son el pan diario en el espacio que nos separa territorialmente de nuestros vecinos haitianos, y que atentan contra las grandes conquistas de los dominicanos, siendo la mayor de ellas, la Independencia Nacional.

Quien ama la Patria no le hace daño, y los intereses del país ponen los personales debajo.

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Santiago R. Castillo es político y mercadólogo; secretario de la Juventud de la Fuerza Nacional Progresista en el Distrito Nacional; coordinador del Proyecto Jóvenes con Pelegrín; candidato a Regidor por la Circunscripción #1 de la Ciudad Capital y miembro de la Fundación Liderazgo Emergente.

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