Los jubilados protagonizaron el golpe de Hatton Garden, conocido como el más grande de la historia de Inglaterra
Por Agencias
Cinco de los miembros de la banda que protagonizó el golpe de Hatton Garden, el que se conoce como el robo más grande de la historia de Inglaterra, han sido condenados a penas entre los seis a los siete años.
Los acusados comprenden edades entre los 59 y los 75 años, algunos de ellos pensionados con extensas carreras en el mundo del crimen, han sido condenados por irrumpir en una cámara de seguridad del distrito de diamantes de la capital británica y llevarse un botín de joyas valoradas en 14 millones de libras (unos 10 millones de dólares).
El supuesto cabecilla, señalado como Brian Reader, no ha podido ser condenado. Se le apoda como “el Maestro” y no ha podido comparecer en el tribunal debido a su delicado estado de salud, tras sufrir un derrame cerebral en la prisión de alta seguridad donde se encontraba recluido desde su detención en mayo del año pasado.
El Maestro, de 77 años, que se declaró culpable de conspiración para cometer robo, lucha por su vida en la unidad de cuidados intensivos de un hospital, custodiado por seis agentes armados con ametralladoras y tres más dentro de su propia habitación. Padece cáncer de próstata, sordera y está ciego de un ojo, según su abogado, que ha declarado que le pueden quedar apenas meses de vida.
Los otros tres cabecillas -John Collins, de 75 años; Daniel Jones, de 61, y Terry Perkins, de 67- han sido condenados a siete años de cárcel. Otros dos hombres, identificados como Carl Wood, de 59 años; y William Lincoln, de 60; han sido condenados a seis y siete años, respectivamente. Cabe destacar que la pena máxima en Reino Unido para robos en lugares que no sean viviendas es de 10 años.
Los integrantes de la banda padecían diversas dolencias, incluidas diabetes, artritis e incontinencia urinaria.
Planearon el golpe durante tres años, logrando llevarse las joyas contenidas en 73 cajas de seguridad, después de irrumpir en la cámara de seguridad a través de un agujero taladrado en una pared de hormigón de medio metro de grosor.
Los autores apenas dejaron huellas físicas en el lugar del crimen durante las dos noches que duró el golpe. Sin embargo, protagonizaron descuidos propios de quienes no están familiarizados con las modernas técnicas de investigación criminal, como dijo el detective al mando del caso “eran criminales analógicos operando en un mundo digital”.
El botín no ha sido recuperado en su integridad, pero siguen sin aparecer objetos valorados en nueve millones de libras, algunos de los cuales se sospecha que pueden haber sido sacados del país.
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